La Palabra que Perdura, nos enseña la hermana Claudia Corrales. Lo que perdura se conserva en la misma condición pese al paso del tiempo. Muchas cosas tiene fecha de expiración, pero la palabra de Dios perdura en nuestras vidas, no expira, no se desgasta, la palabra perdura. Es por ello que esta palabra de guardar sus mandamientos para prolongar la vida con paz y prosperidad se transmite entre generaciones, a los hijos y los hijos de tus hijos, y siempre es verdadera y perdura. Cuando una persona ha entregado su vida verdaderamente al Señor, en todo, es muy difícil que esa persona retroceda, sino que más bien perdura en paz y progresa y prospera. El Señor trabaja en nuestras imperfecciones si le dejamos entrar y obrar en nuestros corazones. La palabra no sólo perdura en nosotros, sino que permanece en nuestros hijos y en sus hijos, si la transmitimos como debe hacerse, pues esa palabra nunca pierde vigencia. Los hijos deben verte alabar y orar y dar muestras genuinas de tu entrega, sin querer imponerlo, y entonces ellos también van a querer seguirla. Enseñémosle a nuestros hijos a amar al Señor, en bien y en mal, con nuestro ejemplo. Amemos a nuestro Señor con toda nuestra capacidad mental, de todo corazón, haciendo de él el centro de nuestras vidas, no sólo en negociaciones de favores, y él nos recompensará con longevidad, prosperidad y paz. Recuerda sobre la palabra lo que dice Deuteronomio 6:8 la atarás como una señal en tu mano como recordatorio ante tus ojos.
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