El hermano David Durán nos trae la palabra: Enfermos Espirituales. Un enfermo primero debe reconocer que está enfermo, luego debe querer ser tratado, y así mismo el enfermo no puede elegir cómo recuperarse, y debe seguir las instrucciones de quien lo trata, y finalmente se deba cuidar de no recaer de nuevo. Si descuidas tu vida espiritual incluso si alguna vez floreció la palabra en ti, estás enfermo sin querer admitirlo, pues no estás permitiendo que el Señor opere en nosotros. La falta de entendimiento o conocimiento nos lleva a la deriva por la vida. Si vamos en contra de la voluntad de Dios, aunque no parezca un pecado determinado, también estás enfermo. Pecados escondidos también nos alejan del Señor, con él no hay secretos, no se le puede ocultar nada. Si puedes hacer algo bueno y no lo haces estás entristeciendo tu vida espiritual. Falta de alimento hace que te debilites, la oración es el alimento. También falta de compromiso es también un síntoma. Cuando vives con el Señor y conoces su mensaje, siempre sabrás por dónde ir, tendrás orientación, paz, tranquilidad, esperanza. No te enredes con confites, aliméntate de la palabra. Confiesa que Jesucristo es tu rey de reyes, que crees que le hay, que le crees. Así no te podrá atacar el enemigo, eres muy fuerte para el diablo. Si reconoces que necesitas al Señor ya habrás dado un gran paso al reconocer que estás enfermo. Congrégate y busca la palabra, para ser tratado, con el estudio de la palabra, con Jesucristo y su obra misericordiosa. Cuando te veas recuperado, mantente sobrio y vela por no recaer, pues el adversario está al acecho. La oración es para tener una conversación con Dios, no es un acto de cumplir un requisito.
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